lunes, 26 de septiembre de 2016

EL PEOR ENEMIGO



A lo largo del sendero de la vida, a medida que vamos madurando, nos vamos dando cuenta que son muchos los acérrimos enemigos que tenemos.
 

Los cuales, dirigidos por un cabecilla siniestro y maquiavélico, hace que sus secuaces nos rodeen, acosen, sitien, persigan, nos arrinconen y nos obliguen a salirnos de nuestras casillas.  Ante tanto acoso, nos vemos en la necesidad cada vez más apremiante de declarar la guerra a muerte a estos malintencionados forajidos.

Pero; antes de tomar tan extrema decisión, estamos obligados a estudiar detenidamente el terreno en que nos conviene combatir, y conocer plenamente los atributos y debilidades de nuestros enemigos y de su formidable cabecilla, como nos aconseja sabiamente Sun Tzu.  Convocamos los ejércitos de nuestra inteligencia y comenzamos a identificar los nombres de aquellos facinerosos y sus fortalezas, para descubrir con horror, que el cabecilla y culpable de Todas nuestras amarguras, tristezas, conflictos, problemas, estrés, ansiedad, preocupaciones, arrogancia, prejuicios, perjuicios, derrotas, altanería, malos entendidos, desacuerdos, disgustos, frustraciones, rencores, odios, susceptibilidad, depresión, alteración nerviosa, resentimientos, soberbia, neurosis, etc., etc.; es un Ser humano con nombre propio…. YO.  
¡Nuestro mayor y peor enemigo, somos nosotros mismos!!  Dejándonos arrastrar por nuestras emociones, y sentimientos mal dirigidos o, mal liderados, cuyas consecuencias quedaron descriptas con antelación.  Al darnos cuenta de semejante despropósito, comprenderemos que  Los Demás, a quienes hasta éste dramático momento culpábamos de todas nuestras desdichas, no han tenido, no tienen y no tendrán nada que ver  con lo que nos ha venido atormentando hasta hoy (espero). Han sido, son y serán nuestras PROPIAS decisiones, interpretaciones, conclusiones, entendimiento, visión, decodificaciones, pensamientos, creencias, gustos y prejuicios, los que han venido ocasionando toda la debacle en nuestro respectivo mundo.  Al negarnos el tiempo y acción de ser felices, decidimos resentir cada  palabra, gesto, color, acento, mirada, ademán de nuestro interlocutor; tomando la decisión de resentir cada uno de aquellos, viéndolo y acusándolo como agresor.
¿Seguimos creyendo que alguien puede vulnerar las fortalezas de nuestros sentimientos y emociones? ¿Seguimos convencidos que cualquiera que fuere la expresión de nuestros interlocutores, aquella puede penetrar en nuestro interior y manipular nuestra manera de sentir?     ¿Nos creemos una especie de robots, a los que se puede mover por medio de perillas e interruptores que los demás pueden operar a voluntad? Cualquier respuesta afirmativa dejará en manifiesto nuestra ignorancia respecto a nosotros mismos. El facilismo es el que nos impulsa a echarle la culpa de nuestra ineptitud de manejarnos a nosotros mismos,  a los demás.  Se nos aconseja contar hasta diez cuando sentimos que algo no va bien, No es para apaciguarnos, si no, ¡para Dominar nuestros propios impulsos destructores!

Sólo existe un culpable de nuestros sufrimientos, solo un “Capo” manejador de la mafia de nuestras emociones y sentimientos ¡¡YO!! ¡¡Tu!! ¡¡Nosotros!! Si algo hay que cambiar, si contra alguien estamos obligados a luchar, será contra nuestra personalidad. Como Hércules, estamos obligados a viajar a Nemea y penetrar en la cueva (nuestro interior) del león (nuestro Ego) y luchar contra él ¡a muerte! En esa batalla se decidirá nuestra amargura o felicidad, nuestra esclavitud perpetua, o ¡nuestra definitiva libertad!  “Quien va a la lucha no esperando vencer, ya está vencido”
Fraternalmente
Jorge Enrique

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