En
materia de parejas casi nada está dicho, pese a la cantidad de literatura que
existe al respecto. ¿Porqué? Sería la pregunta inmediata; y, la respuesta es. Que las variantes dadas de
acuerdo a la personalidad, definición y manera de pensar de cada pareja, son
infinitas.
Hoy
nos ocuparemos de una de esas variantes: Los abismos.
Parecerá
un título para una película, Veamos:
Dando
por sentado que los cónyuges están unidos por amor y que cada uno profesa el
suyo a su pareja, la pretención de ambos será estar unidos “en las buenas y en
las malas” hasta que la muerte los separe. Pero; en el momento en que surge
algún tipo de inconveniente entre ellos, se asume una actitud de frialdad,
grandeza, se coloca una barrera de hielo entre el ofendidido y el ofensor.
Hablando con propiedad, diríamos; una distancia áurica. Lo que normalmente
hacen juntos, lo harán por separado y asumen una actitud de espera. Es decir “aquí te espero con una explicación
o una excusa”.
Por
su parte, el infractor, a veces desconoce el tamaño de su infracción. Pudo
haber dicho, o hecho algo que irió a su consorte, sin querer, sin intención o
con la idea de manifestar algo que necesitaba expresar para bien de su
equilibrio psicológico. Sin embargo,
aunque parezca mentira, es el “ofendido” el que dimensiona la falta y de
acuerdo a aquella dimensión, el tamaño de su dolor.
Como
el culpable no tiene idea de los valores y calificaciones que su consorte coloca
a cada cosa que hace. Al observar el frío comportamiento de su pareja y la
distancia que pone entre los dos, asume una natural actitud de defensa y ¡actúa
de la misma manera! El ofendido, nota que aquello está sucediendo y, arremete
con un nuevo impulso y una mayor cantidad de “terreno” de por medio. Lo que
obliga al otro a aumentar el tamaño de la “grieta”
Cuando
asumen un papel maduro, cuando se dan cuenta que cada quien camina por su
propio sendero y que las cosas van de mal en peor, entonces intentan acortar
distancias, pero; puede ser demasiado tarde o muy titánica la tarea de rellenar
el abismo que los separa, entonses; nace una nueva disyuntiva… la separación,
el divorcio, la soledad el dolor autoinfligido. ¿porqué dolor? Porque se
separan amándose, pero en la ceguera de su gigantezco inconsciente el Culpable,
el malo de la película, siempre será ¡la contraparte!.
Fraternalmente,
Jorge
Enrique
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