El
mundo hace menos de cincuenta años era un paraiso. La sobre explotación nacida
de la codicia de los hombres, no solamente ha ido desertizando el planeta si
no; que la migración de los trabajadores contratados por los primeros, también
ha contribuido en grado sumo en el daño ocacionado.
Se
le suma a esta situación la superpoblación. Al parecer aquello de la
multiplicación de las especies hizo profunda huella en el el primitivo cerebro
humano y, se dedicó a practicar las tablas a rajatabla de tal manera que de los
3.696 millones de habitantes en el 70, pasamos a los 8.000 millones. Es decir 4.280 millones de individuos más
sobre la faz de la tierra.
Para
que no se noten los desmanes cometidos por los de siempre, se le ha llamdo
Desarrollo. Y, en aras de este, la tecnología ha invadido la tierra. Las
computadoras u ordenadores hicieron su aparición en 1936 con la Z1 creada por Konrad Zuse y
pronto la IBM modernizó el sistema y la competencia con la Apple se hizo
evidente, hasta la salida de la laptop en 1981. Al principio solo los millonarios
podían tener una computadora, sin embargo la proliferación de marcas y modelos,
permitió que prácticamente haya una en cada casa en el 2000 y hoy más de una si
contamos las laptop, tabletas y smartphon.
¡Qué adelanto, cuantas maravillas tecnológicas!
Sin
embrago como contraparte, ¡¡la humanidad dejó de pensar!! Dicho de otra manera,
dejó de usar su cerebro. ¿Si lás máquinas guardan nuestros recuerdos,
conocimientos, hacen operaciones y cálculos matemáticos complicados por
nosotros, para que usarlo? Todo se facilita en la era de la tecnología. Y, eso
queda demostrado, por la facilidad con que ha sido despersonalizada la
humanidad. Desayuna almuerza y cena
noticias, donde se le dice como pensar, que comprar, a quien odiar y por
quien votar. Está pendiente de su celular y duerme con él debajo de la
almohada, lo carga en la mano de forma que su marca y modelo sea visto por
todos los que se crucen en su camino, y está más pendiente del wathshapp que de
su familia y su salud. Se reune con los
amigos, la familia, el o la enomarada, van al parque con sus hijos, para revisar cada uno sus teléfonos y sus
tabletas los últimos.
Cuando
puedes intimar con algunas personas y preguntarles que es lo que más hacen con
sus celulares, la respuesta común es, chatear con los amigos. Y ´para agravar
la situación, la mayoría de aqullos son virtuales. Dicho de otra manera,
perfectos desconocidos que pueden estar usando nombre, apellido, datos y
fotografía falsa, que vierten conceptos copiados de la web y que sus amigos consideran
sabios e inteligentes.
En
definitiva, la era de la tecnología está dando al traste con la era de la
humanidad y muy pronto pulularan robots policías, meseros, y hasta amas de casa
que cumpliran las cotidianas labores por los humanos, mientras ellos caminan
por donde les señala la publicidad, y bailan a son de la música que le toca el
vecino; -Lo cual ya está sucediendo- basta ir a cualquier barrio y escucharemos
la radio de alguien a todo volúmen “regalando” musica a sus vecinos de la
manera más amable.
En
los coches los volúmenes estridentes haciendo sordos a sus usuarios que ya
olvidaron aquello de los decibeles. En un alzhéimer colectivo nos hemos
olvidado de las reglas de urbanidad, civismo, de la teoría de los valores, del
respeto, la fidelidad, la lealtad, el respeto a los semáforos, al peatón, a los
pasos peatonales y más.
Se
impuso la tecnología sobre el hombre y este se metamorfosea a pasos gigantescos
en Zombi, que es lo que desean los manipuladores, cuya existencia nadie ha
notado.
Fraternalmente,
Jorge
Enrique
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