sábado, 22 de octubre de 2016

Responsabilidad Vs Título

Bajo el título de Padre – Madre, se suelen cometer los más grandes desafueros. Insultar, minimizar, escandalizar, golpear y en definitiva, frustrar a los hijos, supuesto fruto del amor. Estamos seguros que si pudiéramos cambiar el “titulo” Padre –Madre por el de AMIGO – AMIGA, concienciando el valor total de la palabra, las cosas marcharían 100% mejor.
 


Porque entenderíamos por fin que nuestros hijos e hijas, no son otra cosa que seres humanos pequeños, que necesitan de nosotros, tanto como nosotros necesitamos a las personas que nos rodean, llámense empleadores, dueños de casa, empleados, amigos, familiares etc. Por que se supone que estamos conscientes que únicamente las relaciones dentro del respeto, cordialidad y calidad humana, nos permitirán establecer los vínculos sanos necesarios para mantener esas relaciones y beneficiarnos de ellas. ¿Por qué estamos empeñados en utilizar las relaciones humanas, únicamente en las empresas? Tal vez porque hemos olvidado que la FAMILIA es la base de la sociedad; y, que nuestros hijos son parte de la familia.

Con estas “pequeñas” partes de la familia, tenemos responsabilidades primarias y secundarias. Sin embargo, siempre olvidamos las primarias, concentrándonos exclusivamente en las secundarias. Dicho de otra forma, nos concentramos en la instrucción académica, mal llamada educación y nos olvidamos por completo de la formación de nuestros hijos. A saber:
Criterio, autoestima, personalidad, independencia, y, en definitiva, todos aquellos valores que componen la madurez y la inteligencia emocional de los hombres ejemplares y exitosos. Sin embargo, no vacilamos en exigir y demandar de nuestros pequeños, comportamientos y actitudes que nosotros no hemos poseído nunca y que por lo tanto, ¡nunca hemos inculcado! 

El Principio de Autoridad, es otra de las cosas que hemos mal interpretado. ¿En donde aprendimos que gritar, vociferar, maldecir y golpear, es autoridad? Este es uno de los más grandes despropósitos llevados acabo por los llamados “padres de familia”. Tal vez funcione en el cuartel, pero no en casa; aunque usted sea militar y pretenda creer que la milicia, “es el único medio valedero para formar hombres”, está equivocado. Los niños no entienden de gritos, ni imposiciones, ni ordenes concluyentes. Ellos entienden los buenos modales, explicaciones, y disciplina, cuando ésta se aplica dentro de los parámetros de la congruencia y al amor. Dado que la disciplina es una repetición de actos, estos actos se perfeccionarán a tal punto que crearemos un hábito y, no podemos olvidar el famoso refrán “El habito hace al maestro”. 


Nos queda recordar que la imposición pasiva, es una orden disfrazada de sugerencia, que a través de un corto tiempo, con el seguimiento adecuado, los incentivos de ley, la paciencia y el amor, el niño o la niña ejecutarán a la perfección, convirtiendo aquel cúmulo de “sugerencias” en procedimientos y disciplinas que le permitirán realizarse en las diferentes instancias y etapas de de la vida. 
 

Fraternalmente,


Jorge Enrique

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