domingo, 16 de octubre de 2016

EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD.-

Todo lo contrario a lo que se piensa, el principio de autoridad es un complejo método de hacer cumplir las leyes tal como son expresadas en la institución que fuere, sin: dilación, condicionamientos, excepciones e interpretaciones personales.



Para ello, se utilizarán únicamente; la persuasión, una inquebrantable buena voluntad y un ferviente deseo de valerse de aquel cuerpo de leyes, para alcanzar la consolidación de un objetivo, con el menor número de tropiezos, confrontaciones y víctimas.  Indudablemente, que quienes se comprometen en una misión de esta naturaleza, DEBEN estar capacitados, entrenados, formados; física, mental, técnica y concienzudamente.  Los involucrados TIENEN que ser informados de todas y cada una de las experiencias que se pueden presentar en el cumplimiento de la misión.  Deben SABER la naturaleza y beneficios de la misma y CONOCER cada una de las posibles metodologías a llevar a cabo, así como las rutas y sistemas de escape en caso de que el cometido se vea afectado por alguna contingencia que pueda hacer peligrar el feliz resultado de la operación.
Es muy importante tener en cuenta que, cada uno de los miembros del grupo en acción, tiene EXACTAMENTE el mismo tipo de formación, e información.  Todos están sometidos a una serie de cánones disciplinarios que implican una multidisciplina continua y sin exclusiones desde el comandante en jefe hasta el porta municiones del grupo en cuestión. (Una analogía válida es saber que sin el aguatero, un equipo de futbol está incompleto).
De forma tal que así como todos los gansos de una parvada saben el lugar de destino, la ruta a seguir, las estaciones a efectuar para recuperar el aliento, el grupo que se dirige por las rutas de la vida con el sagrado objetivo de alcanzar la felicidad y la realización total de la institución a la que pertenece, debe poseer exactamente los mismos instructivos de sus más altos jefes.
Así mis amigas y amigos, Los “comandos” de un hogar en particular DEBEN funcionar.  Cómo los mosqueteros de Dumas, lograron aquella consigna indivisible de “Todos para uno y uno para todos” los miembros del hogar, deben emularla y estar dispuestos a ofrendar su vida en aras del resultado exitoso de la misión trazada por los comandantes de su “academia”   
 Tengan en cuenta, señores Padres y Madres de familia que, si se aplicaran los principios puntualizados de la manera detallada, lograrían ustedes la exitosa misión de formar individuos realmente triunfantes. ¡Tanto, como soñaron nuestros ancestros que fuera posible! 
Sólo siendo parte de la lucha, enseñaremos a combatir a nuestros vástagos.  Las órdenes emanadas desde las altas esferas apoltronadas en un escritorio, nunca ganaron una sola batalla.  Las victorias se obtienen en el campo de batalla codo a codo con la “tropa”.  En definitiva, codo a codo con sus hijos e hijas.

Fraternalmente,



Jorge Enrique 

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