Mucha tinta ha corrido y un sinfín de libros se han
escrito respecto a las problemáticas que tienen las parejas.

Sin embargo, solamente
se ha tratado y trabajado en la superficie del asunto. Nos hemos estancado en la personalidad de
los individuos componentes de la pareja y hemos dejado de lado las raíces de la
cuestión, tal vez porque no caímos en cuenta o por comodidad, no hemos querido
penetrar en la oscura profundidad de las verdaderas razones de esta especie de
lucha que se lleva a cabo, velada y abiertamente en la mayoría de los hogares
del planeta, perjudicando a los actores y espectadores por igual, y más aún,
dejando una estela de resentimientos, frustraciones, engramas y vacíos en
quienes les rodean.
La “culpa” de las desagradables vivencias conyugales
es muy simple, ha estado frente a nuestros ojos toda la vida y, seguramente por
ser tan común, tan grande, la pasamos por alto, de la misma manera que sucede
con las maravillas y grandezas del planeta que habitamos y con la misma
filosofía. Es decir; contaminarlo, explotarlo, destruirlo antes que
conservarlo.
La razón de todas las diferencias, son exactamente las
profundas diferencias (aunque suene redundante), que existen no solamente entre
marido y mujer, sino; entre el hombre y la mujer. Podría afirmar que el parecido entre la una y
el otro, es exactamente igual a el que existe entre un colibrí y un cocodrilo (ambos
empiezan por co).
Estas diferencias son estructurales. Es decir; psicológicas,
perceptivas, emocionales, sentimentales, sexuales y sociológicas. Cuando en la
consulta mis clientes conocen y reconocen estas diferencias, entran en una
especie de catarsis que les motiva a conocer profundamente cada uno de ellas,
hasta entender que realmente, cada uno de ellos -la pareja- es completamente
inocente de los disparates cometidos durante el tiempo que desconocían los
verdaderos patrones de su comportamiento. Al ayudarles a contemplarse en el
mágico espejo de sí mismos, comprenden que nada está perdido, que simplemente
es tiempo de recomenzar, renovar votos e iniciar una nueva vida, en pos de la
verdadera y única felicidad, La que se logra de manera libre, voluntaria e individualmente
y se irradia al hogar, a la familia y a los confines del Universo sin esfuerzo
alguno.
Fraternalmente,
Jorge Enrique
En pocas palabras este escrito expresa claramente el origen de los conflictos que la mayoria de los hogares de todo el mundo han tenido que vivir. Las parejas al desconocer sus diferencias y los origenes de sus engramas, no han podido corregir ni sanar sus relaciones. Creando brechas que cada vez es imposible de superar.
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