sábado, 5 de noviembre de 2016

¿REBELDÍA O, DEFENSA?

Días atrás, una dama disertaba respecto a la rebeldía de la juventud actual, comentaba muy preocupada respecto a la descomposición de la sociedad y vaticinaba con agorera voz “el mundo está perdido y la humanidad condenada”.



  No pude contener mi pregunta, ¿Por qué cree usted que la juventud es así?  Se volvió hacia mí y mirándome como se mira a un niño o a un ignorante, arguyó: “Porqué toda la juventud del mundo es así, no está conforme con nada, nada le gusta y se rebela solamente para disgustar y hacer sufrir a sus padres”   Yo pensé con  caridad en Jean Piaget el famoso Psicólogo francés que se “quemó las pestañas” para mostrarle al mundo la razón de las razones que tienen los niños para hacerse pipí en la cama o en los pantalones.  Él, (Piaget) aduce que el niño pese a saber que sus necesidades fisiológicas deben ser avisadas con tiempo a cualquiera de sus progenitores, no lo hace; con el ánimo de llamar la atención a aquellos que , inmersos en la telenovela, en el partido de fútbol o en la discusión de la mañana, no prestan atención a sus peripecias.  A este autor se unen Secadas y  Barbera, (psicólogos infantiles españoles) de forma tal que la teoría, deja de serlo a partir de que una serie de científicos la aceptan como cierta.

¿Porqué los preadolescentes y adolescentes “del mundo” -para parodiar a la señora-, se pintan el pelo de verde, se cuelgan cadenas, visten con harapos recién destruidos para adolescentes, unas baratijas a las que dan el valor de joyas de la corona, escuchan a todo volumen música que ni siquiera entienden, se pasan por “la faja” las tradiciones, las reliquias de la abuela, consideran al padre como anticuado y a los demás mayores como antiguallas desinformadas que pululan por el mundo para hacer estorbo a los jóvenes?  ¿Porqué estos mismos jóvenes, llamados muchachos -como se llaman a los mandaderos o a los asistentes de mucama en las casas de la sociedad- se tienen que escudar o esconder detrás de esa serie interminable de recursos fantasiosos, que van desde el  gimnasio -con su peligroso narcisismo- hasta el consumo de alucinógenos, y desde el simple caminar de la manito, hasta la prostitución solapada?

Simplemente porque para los mayores ellos no existen.  Al menos no como quisieran, ellos quieren y necesitan ser protagonistas de su vida y de su existencia (a no ser que el lector opine que vivir y existir es lo mismo) quieren y desean como los mayores, pero, los mayores los controlan y manipulan a su antojo.  Tal vez estos comentarios sean suficientes para que muchos padres se rasguen las vestiduras y condenen de plano al responsable del presente artículo, o mejor condenarlo a la hoguera por irreverente con las leyes de la S.P.E.  “Sociedad de Padres Equivocados” , pero, invito a todos ellos y a ti lector serio y pensante; a realizar un periplo por la vida de un adolescente y tal vez, solo tal vez. . . nos encontremos reviviendo tu historia.

En primera instancia, debemos recordar que este socio pasivo de la sociedad -aunque suene redundante es coherente- fue en algún momento el príncipe de la casa y protagonizó (como todos lo hicimos un día), esa novela hogareña titulada “El lindo bebé”.  Pero, dejó de ser lindo el día que empezó a caminar y a romper los adornos, a halar los manteles, a alzarle la falda a la vecina o a la madrina mientras ella coqueteaba con el papá; o, decir inoportunamente lo indecible.  Ha perdido la corona nuestro delfín y se convierte en el idiota de la casa.  Así a secas.  Él que era el centro del hogar, el que recibía solo caricias y amores, ahora es amenazado a cada segundo de su existencia excepto cuando está durmiendo.  Los ¡te pego, te doy tas tas, eso no se hace, eso no se dice, eso no se toca, eso es caca y le señalan todo menos las heces, te va a llevar el cuco, la cuca, la bruja, te pica la cucaracha, te muerde el ratón, te come el lobo (como a caperucita roja) etc, etc.

¿Qué nombre darle a todo? ¿Qué equilibrio puede tener este pequeño que recibe todas estas amenazas que poco a poco van siendo reemplazadas por los golpes, las vulgaridades y los apodos?  ¿No entienden los progenitores, que estos bebés, infantes preadolescentes y púberes se dan cuenta que las personas que DICEN quererlos con toda el ALMA, son los que le están infligiendo los correazos?   ¿Qué tipo de confusión se origina en la mente de este ser?  ¿A quien debe acudir, con quien debe conversar a quien le debe contar sus experiencias y con quien comentar sus vivencias, si sus padres siempre están ocupados para prestarles atención?  Los, ¡No ves que estoy ocupado! No se hacen esperar cuando manifiesta la necesidad de conversar.  Y Sí, están ocupados trabajando, día y noche, -me imagino- o están viendo la novela, el partido o las noticias y nunca tienen tiempo para él.

Pero, exagerar no está bien, y debemos confesar que si hay padres que escuchan a sus hijos, solo que cuando el adolescente les comentan que desea ponerse un arete,  ¡quieren degollarlo!; cuando dice que quiere ser cantante a cambio de médico,  ¡la revolución francesa con guillotina y todo! Y falta comentar de los NO.  Esto es: no camines así, no comas así, no mastiques así, no te vistas así, eso ya no esta de moda, péinate bien, métete la camisa, si sacas malas notas te castigo, etc, etc.  A! Y si pierde el año lo matan al decir del 99% de los adolescentes encuestados.

¿Qué camino le queda a una persona tratada así para defender su personalidad? -si es que le queda alguna- ¿Cómo hace para hacerse escuchar y buscar comprensión? ¡La mal llamada Rebeldía!  Es decir, ¡la revolución! Quebrar las leyes para que me escuchen y generalmente los padres comienzan a escuchar y comprender a sus hijos cuando los han perdido.  O se casaron, o, lo que es peor; están sumidos en el alcohol o en la droga -que en definitiva equivale a estar perdidos-, pero NADIE SABE PORQUE.   No todo está perdido, y no todo son malas noticias para los alcohólicos y drogadictos hay clínicas de recuperación  y para los sin personalidad, los Psicólogos y los Psiquiatras.  Pero hay un remedio universal. . . el amor verdadero, el que tolera y procura comprender; el que va más allá del castigo, el amor que ejemplariza, que busca el diálogo y que comprende que ese infante, ese adolescente es ni más ni menos ¡Un SER Humano! Y que ese ser Humano. . . ¡Es su sangre!   Denle amor, mucho amor.  Amor y principio de autoridad en sobredosis y por supuesto, adquieran los libros y los textos que les ayuden a no cometer el error de no corregir sus propios errores.  ¡Buena Suerte!
    
Fraternalmente,


Jorge Enrique

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